4/4/14

Empatía y danza integrada

La danza integrada nos acerca a un mundo donde un grupo diverso de personas con discapacidad física junto a otras sin ella comparten la experiencia de practicar juntas técnicas de danza teatro o contemporáneas.

Resulta enriquecedor mezclar bailarines profesionales con otros en sillas de ruedas, con parálisis cerebral o con el sentido auditivo o de la vista afectados.

Se trata de una experiencia en la que se ayuda a que estas personas puedan captar la esencia y la emoción de la danza activando otros resortes:

-         Ser acompañados en la ejecución de los movimientos por otro ser humano.

-         Integrar las partes de su cuerpo que le permitan registrar una limitada pero rica gama de movimientos.

-         Utilizar solamente el tren superior del cuerpo o sólo un parpadeo, mover los dedos…

-         Usar aparatos cómo extensión del mismo cuerpo: silla de ruedas, muletas, prótesis…

-          Darle mayor importancia a la vibración del sonido.

-         Prestar atención a los sucesos inesperados.

-         Despertar las emociones a través del juego corporal con los otros.

Debemos entender que una persona discapacitada puede ser en toda regla un bailarín profesional integrado en una compañía, junto a bailarines convencionales. Precisamente la sinergia y la experimentación son la base de la danza contemporánea y la danza teatro, en donde cualquier cuerpo tiene mucho que aportar a la expresión corporal en la búsqueda de nuevos lenguajes.

La empatía es la principal herramienta del coreógrafo y profesor de danza integrada; esto es, saberse identificar con las posibilidades de los otros y provocar que cada uno pueda aportar algo propio y singular.

Danza sin restricciones ni elitismos. Todos aprenden de todos.