29/11/11

Crear prosperidad

Abundan las malas actitudes y los pensamientos negativos entorno al dinero que impiden el aumento de la fortuna. Cada persona es responsable de su riqueza en cuanto comprende que el dinero en sí es una energía sometida al flujo de los cambios y que, dependiendo de su propia opinión acerca de él, establece una base que va a condicionar su suerte.

Tres ideas nefastas que no atraen dinero:

* El dinero es malo, sucio.

* Toda la gente rica es corrupta y desprecia a los demás.

* Yo quiero ganar dinero porque me lo merezco más que esos.

Estas ideas están contaminadas, en el fondo, por la envidia y la creencia “yo soy mejor que los otros”.

Al contrario, tres ideas que ayudarán a crear prosperidad porque se trata de afirmaciones que buscan la armonía y postulan a favor del lado positivo de la conciencia:

* El dinero es útil para mí y los que me rodean.

* Soy generoso con mi dinero.

* No voy a envidiar la suerte ni la fortuna de nadie. No voy a juzgar a alguien por poseer más que yo. Pues no conozco realmente a esa persona.

Efectivamente, el dinero es una energía que debe atraerse con la actitud, una energía que –como tal- debemos ayudar a circular para que no se estanque y bloquee nuestro camino a la prosperidad.

21/11/11

La sonrisa adquisitiva

En un relato de intriga perteneciente a “Relatos de los viudos negros”, el escritor Isaac Asimov pone en boca de uno de sus personajes el concepto de “sonrisa adquisitiva”. Se refiere a lo siguiente. Cuando alguien desea poseer algún bien material y, tras cierto tiempo, lo obtiene, sus labios adoptan una sonrisa de satisfacción que otorga al rostro una expresión de ligereza, matizada según el  grado de anhelo, expectativa y coste.

A los coach, independientemente de los métodos que utilicen para ejercer su actividad en beneficio de sus clientes, se les presupone que lo tienen todo controlado, que saben cómo evitar cualquier problema, sobre todo los de índole personal y afectiva.  Pero ninguna persona está a salvo del sufrimiento, incluso de padecer algún trastorno provocado por un estado depresivo. También un coach puede no aplicar en sí mismo lo que aconseja a otros porque una situación personal se le escapa de las manos. De igual manera, un médico puede enfermar, un economista puede arruinarse y un gran futbolista tener una mala racha en la que sea incapaz de marcar un gol.

Pero es en esta situación cuando un profesional del coaching -poco a poco y quizá con algo de ayuda externa- tiene la oportunidad única de aplicar su capacidad para resolver conflictos, mediante una autoayuda de primera mano, reaprendiendo lo que ya sabía, investigando de nuevo, experimentando sobre sí mismo con la finalidad de recuperarse de su crisis personal y alejar de sí la sensación de fracaso, culpa, etc.

Si lo consigue, sentirá un satisfacción muy profunda, una seguridad que le dotará de una mayor confianza a la hora de servir a los otros.

Su sonrisa adquisitiva aparecerá en su interior, no cómo resultado de la obtención de un sobrevalorado logro material, si no cómo máxima expresión de la fe en el esfuerzo y la voluntad.