12/2/15

Ser creativo

La creatividad siempre ha sido automáticamente relacionada con las disciplinas artísticas (teatro, danza, artes plásticas, música, etc.) pero se trata de un aspecto que abarca la totalidad de la vida. La creatividad no es un don. Todo el mundo tiene la facultad latente de desarrollar su creatividad, en mayor o menor grado, en las áreas que le son más cercanas y en las cosas en las que uno posee habilidades naturales. Somos creativos cuando asumimos activamente ciertas posibilidades que nuestro entorno nos ofrece para experimentar, provocar que surja algo nuevo y espontáneo.

Estos son los principales bloqueos que limitan o anulan nuestra creatividad:

- Bloqueos emocionales: Miedo a equivocarnos, a quedar en ridículo, a no ser aceptados.

- Bloqueos perceptivos: Ver el mundo que nos rodea de manera limitada y reducida.

- Bloqueos culturales: La imposición de determinadas fórmulas sociales o  familiares que nos obligan a pensar de una manera única y concreta.

¿Cómo estimular la creatividad?

- Partir de cero y no temer al cambio.

- No racionalizar en exceso.

- Diversificarse. No ser esclavo de una especialización. Complementar los conocimientos.

- Escuchar con más atención a las personas.

- Ser más observadores. Apreciar los detalles. Valorar el entorno.

- Buscar motivación en personas que admiramos y han logrado sus objetivos.

- No depender en exceso de la moda o de la tendencia general.

- Combinar periodos de planificación y disciplina con otros más relajados y despreocupados.


- Ser constante y aprender de nuestros errores.

4/2/15

La verdadera victoria

La única victoria verdadera que nos tiene que importar en la vida es el vencer y superarse a uno mismo. 

Aprender a conocernos, valorarnos y desarrollar nuestras habilidades naturales sin entrar en competencia con nada ni nadie. Pulir nuestro carácter, prestar atención a nuestros defectos, fuente generadora de obstáculos, sabiendo que a veces aquéllos son señaladores de verdad, maestros internos que nos despiertan del letargo.

La mejor disciplina que existe es la que nos autoimponemos, en el sentido de establecer un método u orden que nos ayude a entrenar, a aprender, a insistir.

En cambio, una disciplina forzosa, impuesta obligatoriamente por otros, será improductiva, nos mermará hasta el hastío y traerá conflictos.

No hay premio, ni objetivo excepto el de saber que la prioridad es ser la mejor versión posible de nosotros.

Espíritu, mente, cuerpo…

Ser, hacer, tener...